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Mostrando entradas de 2021

Cuando el cielo dejó de ser azul

He andado en solitario, por donde solíamos vernos, y visité el mismo banco, donde nos dimos el primer beso. Sentí aquella fina lluvia, que abrazó aquel ensueño, donde éramos los únicos, en no ponerse a cubierto. A través del amplio parque, convertido en solo nuestro, de caminos que han guardado, esos oníricos paseos. Conductores de una brisa, que ha mostrado cada gesto, dedicado entre tú y yo, en el más feliz de los silencios. Agarrados de la mano, al empaparnos por completo, no nos importaba nada, salvo compartir el tiempo.

Testigo de lo inescrutable

Luchar contra el destino, es como ir contra corriente, del más bravo de los ríos, de inalcanzable fuente. Creadora de los hilos, que de forma muy paciente, se despliegan sin aviso, mientras los ángeles tejen. Salvo por los elegidos, que despiertan en su mente, ese libre albedrío, que en todos es latente. Aunque nunca es comprendido, pues no es como se cree, al ser solo uno el camino, en el amor que no perece.

La noche del cuervo

Salvaje es la música que de repente surca el aire otoñal, aquella que de entre los callejones más oscuros se comienza sutilmente a escuchar. Pero a todos los oidos no llega por igual, pues son solo unos pocos los que descifran su verdad, una que desde antaño quiso ser olvidada por su ominosa realidad, allí donde el corazón de los inocentes dejó un día de palpitar, empujados por lo que emanó de un gran dolor sin reparar. Un espíritu fragmentado que se asoma desde el más allá, poseedor de muchos nombres que nadie es capaz de pronunciar, siendo almas marchitadas las que lo hicieron despertar, con  una intensa llamada al abismo que éste logró escuchar. Bajo el rostro de un fantasma y ojos propios de un animal que deja ahora sus huellas en asfalto y tierra como testigos de la causalidad, de quien recién atraviesa la puerta que solo a los muertos se les permite cruzar, trayendo consigo la venganza de una cicratiz que nunca logró sanar.

Nauta

A veces se manifiesta una realidad tan vívida, o incluso más, que la experimentada en la vigilia cuando esa chispa de la lucidez se dispara durante un sueño. En una de esas ocasiones recuerdo encontrarme en un paseo nocturno a través de un parque, en solitario, bajo una copiosa lluvia. Incrédulo por lo real que parecía todo, me acerqué a un pequeño muro sobre el cual veía las gotas impactar en diminutos charcos entre reflejos de oscuridad y ciertos tonos verdosos, propios de la ténue iluminación que caía sobre las hojas de los árboles, proporcionada por unas farolas algo distantes. Bajo la transparencia del líquido, la textura grisácea e irregular del cemento se presentaba como un paisaje rocoso de montañas y valles observado desde las alturas, mostrando cada centímetro particularidades únicas allí donde mirase. Uno podría llegar a preguntarse, y de hecho lo hice en su momento, si ese parque ya existía antes de que mi consciencia paseara por él, como si contemplara la posibilidad de vi

Como hemos cambiado

Qué sencilla puede ser la vida, y qué complicada la volvemos, con los muros y laberintos, levantados por nuestro ego. Y cuando al transitar por ella, comenzamos a comprendernos, llega el instante de apearse, para cruzar un fino velo. El que envuelve este teatro, del cual somos sin saberlo, los actores que sin descanso, ensayan una obra sin estreno. Es acaso este sin sentido, la creación de un arquitecto, que proyecta las lecciones, de un incognoscible maestro.

Aquel secreto a voces

Llamado por lo especial, que a ti te hace tan diferente, atraído por el más allá, de la superficie de tu mente. Fascinado por tu mundo, de un espacio sugerente, donde brillan inquietudes, de respuestas no evidentes. Sobre un lienzo compartido, y nuestros cuerpos por pinceles, que intercambian esa magia, de ser tú y yo conscientes. De sentir que nos buscábamos, entre el resto de la gente, como dos almas gemelas, que han llorado su mitad ausente.   En las noches imaginarias, que se volvieron recurrentes, de un amor que no murió, desde aquel beso en tu frente.

Eterna saudade*

Ya no estás para construir un abrazo, cuando caigo al vacío de la soledad, y me arrastran las sombras del ayer, hacia un mar de melancolía. Me siento a esperar un mañana, un efímero instante de futuro desmigajado, que el tiempo lanza para alimentar, un sueño roto que intentó volar. Ya todas las palabras están mudas, en la historia de mi mente, y vagan por las hojas mendigando, el aliento de tus labios. Ya no quedan caricias tibias en las manos, ni susurros en una voz que murió, gritando la tristeza contenida, que tanto tiempo se guardó. Ya tan solo queda el recuerdo, de lunas desdibujadas en sueños, de heridas sin curar, por la nostalgia de unas manos al caer. *«Saudade es un vocablo de difícil definición, incorporado al español del portugués saudade, que expresa un sentimiento afectivo primario, próximo a la melancolía, estimulado por la distancia temporal o espacial a algo amado y que implica el deseo de resolver esa distancia.» **Anotaciones: Buceando entre carpetas de documentos en

Crónicas de Aodren: Calma tempestuosa

Debieron pasar años hasta sentir que las heridas de su mente y las mareas de sus pensamientos se hubieran por fin calmado, al menos hasta el punto de no verse arrastrado a una espiral de autodestrucción que no le era del todo desconocida. Durante ese tiempo no acudieron, para su sorpresa, amenazas relacionadas con los peligros enfrentados en ese pasado que no dejaba de parecer cercano por mucho que se cedieran el testigo los solsticios, más allá de los demonios que le vigilaban desde su propio interior. Aodren se encerró en sí mismo decidido a reformar tanto su cuerpo como su alma, tarea que no le sería posible llevar a cabo sin la ayuda de Ceneo. Le unía una profunda amistad desde una temprana juventud, y no había dejado de considerarle como el mejor guerrero en pisar el continente de Anaria, guardián de un conocimiento aprendido durante uno de sus éxodos en las lejanas montañas del norte, donde sobreviviendo entre bestias y paisajes inclementes conoció a una tribu de monjes guerreros

Crónicas de Aodren: Nunca invierno

Su nacimiento fue recibido como un milagro en aquel ignoto lugar, visto por sus propios pobladores como olvidado y maldito por sus divinidades, donde desde hacía largo tiempo toda mujer embarazada compartía el destino de perder el fruto de su vientre, dando a luz a criaturas sin vida. El día en el que sus inocentes ojos se abrieron y contemplaron la luz del sol por primera vez, junto a los rostros de extraños que acudían a presenciar lo que creyeron imposible, marcó el transcurso de un agradable otoño que se alargó por aquellas tierras como nunca antes lo había hecho, hasta dar finalmente paso a una primavera que retomó solo una parte del ciclo natural de las estaciones, pues el invierno no volvió a hacer acto de presencia, siendo su lugar ocupado por una combinación, no siempre equilibrada, de las ya antes mencionadas. Esa sería la razón por la que a aquella niña le fue otorgado el segundo nombre de Neverwinter. •  Consultar la cronología de las crónicas   • A pesar de ser un evento

Todo lo que quise decirte

Descubrí la forma del verano, en el desorden de tu cabello, y conocí en el sabor de tus labios, la vida que vuelve tras el invierno. Aprecié en tus luces y sombras, la quinta estación que sacude mi pecho, con cada caricia que fue abrasando, mi universo desde su centro. Y nuestros ojos se cruzaron, deteniendo al dios del tiempo, quien quiso ver a esos dos, que sin hablar todo dijeron. Quien bien sabe que voy llevándote, en la causalidad de sus mil vientos, quien bien sabe que voy amándote, en el más completo de los silencios. A excepción de humildes poemas, que dejo en la playa de los sueños, para que así cuando pises su arena, sepas de un sentir imperecedero.

La eternidad de un eternalista

Cuando surge la pregunta, por el sentido de la vida, busco en todos los momentos, que tejidos fueron por tu compañía. Pues en los hilos del recuerdo, están las sonrisas compartidas, las confidencias que van fluyendo, entre nuestras tristezas y alegrías. Donde mi pluma del pensamiento, confiesa en las cartas escritas, que enviadas hacia el espacio, se vuelven velas encendidas. Que confundes con estrellas, cuando la noche se vuelve amiga, al arder por los sentimientos, que solo tú me inspiras.

Animales nocturnos

No existe mayor distancia, entre amantes afligidos, que aquella proporcionada, por un mudo malentendido. No existe peor huésped, para el corazón herido, que albergar la indiferencia, hacia quien tanto se ha querido. No existe purgatorio, de muros tan laberínticos, como aquel que es diseñado, por el sentir no correspondido. No existe inframundo, tan oscuro y sombrío, que moldee tanto al ser, como la traición que se haya vivido.

Donde no se marchitan los árboles

Hace tanto que perdió la cuenta, de las millas recorridas, sobre el frío amanecer, que pavimenta la desdicha.   Del rastreo de lo invisible, en cada curva indefinida, tras lo nunca evidente, en lo que de ella él creía.   E intentó adelantar, en cada recta infinita, esas dudas que susurraban, que ella a él no le quería. Mientras la sangre acelerada, cada vez que la veía, sació la sed de un desierto, que por siempre florecería.   Dando los frutos a su alma, de cuyo sabor aprendería, que amar en ocasiones, es también morir en vida.

Abyssus abyssum invocat

 Cuatro tumbas cardinales, construidas por serpientes, darán vida a los guardianes, de la hija de la muerte. Con el ojo del vacío, ya despierto en su frente, serán el mensaje alado, de la más funesta suerte. Hacia reinos no olvidados, donde almas penitentes, rezan a los dioses falsos, que corrompen sus mentes. Fin del mundo profetizado, cuyo cielo ya no es celeste, puerta de ángeles que una vez bajaron, y que con furia ahora vuelven.

Crónicas de Aodren: Más allá de las Llanuras de la Intranquilidad

Lizbeth acariciaba lentamente la superficie de cuero de aquel pequeño muñeco con forma de duende, acababa de encontrárselo momentos antes en el viejo desván y había sido un fiel compañero de juegos de su infancia. El contacto del paso de sus dedos de forma tan delicada por aquellas viejas costuras creaba un relajante y placentero sonido que adormecía la mente del brujo, quien llevaba días sin dormir en condiciones. Se encontraban desde hacía un buen tiempo por fin en casa, pero parecía que no había transcurrido nada desde que se despidieran de sus compañeros. El sol ya acababa de ocultarse, y la mansión proyectaba sus familiares sombras, que les rodeaban en un ilusorio abrazo de cierta paz y seguridad, junto a los esporádicos crujidos propios de la madera que resonaban en los pasillos. •  Consultar la cronología de las crónicas   • La razón por la que Aodren se resistía a dejar desconectarse su consciencia en un profundo descanso era el importante descubrimiento al que ambos habían ll

Ritos de involución

A dónde se dirige el mundo, que se ve deconstruido, por mentiras verdaderas, que deshonran al vencido. Qué será de esa biblioteca, abandonada hace siglos, de su estancia iluminada, por un único bombillo. Cuya luz parpadeante, ya no alcanza a todo libro, y el que cae en la sombra, va siendo reescrito.   Con los mismos errores, que ya fueron cometidos, por fantamas muy antigüos, que ven repetirse el mismo ciclo.

Tiempos peligrosos para pensar

Se cumple aproximadamente un año desde que el mundo tal y como lo conocíamos comenzara a cambiar por completo, y permanecen retazos de la sensación de estar en un extraño sueño del cual aún no se ha logrado despertar. Una oleada cuya procedencia permanece sospechosamente sin ser esclarecida con exactitud que ha ido golpeando cada continente, sacudiendo en mayor o menor medida unos cimientos que se creían firmes y revelando que en realidad están compuestos de un barro fácilmente moldeable si se dan las condiciones adecuadas. El impacto más directo se refleja en todas aquellas personas que ya no se encuentran entre nosotros, y las que por desgracia les seguirán, siendo la capa superficial de un iceberg perturbador. Desde familias rotas y marcadas para siempre, pasando por quienes tienen graves enfermedades sin ser atendidas o mal diagnosticadas por no tener preferencia, el aislamiento o distanciamiento dependiendo de la zona geográfica, las desconocidas secuelas en el organismo, depresio

Varios pequeños bocetos

Hacía eones que no me proponía dibujar algo, una afición que tuve siempre muy presente cuando era niño (como testigo de ello están mis viejas libretas de por aquel entonces, llenas de viñetas, historietas, y personajes variopintos), pero que fui dejando de lado con el paso de los años. Llegó cierto instante durante la adolescencia en la que me nació el adoptar a la escritura como método principal de desahogo y expresión. La mente me pidió estos últimos días el plasmar algunas cosas en folios en blanco, así que puse mis más que humildes (más bien diría que algo desastrosas) habilidades a ello. He preferido no ponerles un título en especial. En el primer dibujo he representado a una cazadora de criaturas de pesadilla, en el segundo a una joven súcubo, y en el tercero, una visión del mundo interior que todos llevamos dentro, como un planeta palpitante bajo el cráneo de una chica con cierto estilo gótico y punk.   Sea cual sea la destreza que se crea tener, recomiendo el dibujar y e

Ad mortem inimicus

Aunque ocurre solo a veces, basta un instante para notar, las fotografías que en la mente, son imposibles de borrar. Como fantasmas que devuelven, un dolor proporcional, a ese amor que fue entregado, por la inefabilidad. Mientras aúllan despertando, lo que se creyó olvidar, alzan demonios enterrados, con la ansia de luchar. Una guerra en los campos, de un mundo espiritual, que hace crecer alas de fuego, en mi existencia inmaterial.

Escrito en la brisa

Más allá de bonitas palabras, hablan sin duda mejor los hechos, así como una sencilla mirada, contaría mejor este cuento. De todas esas lágrimas, que mirando hacia el cielo, buscan cada nube que falta, al creerse parte de un océano. De mareas que bien cantan, a través de un fuerte viento, creando olas cual montañas, que van rozando el firmamento. Que aparecen al ser llamadas, como heraldos de mi sentimiento, en ojos húmedos tras la ventana, cuando te echo tanto de menos.