Siempre ha estado enamorado de la noche y de las luces de cálidos colores que proyectan la ciudad, construyendo una atmósfera única donde la mente parece teletransportarse a un lugar de sensaciones completamente diferentes a las sentidas durante la normalidad del día. Una alteración de la realidad que aumenta cuando a través de la lluvia y el cristal aparecen efectos ópticos propios de la intromisión de pequeños fragmentos de un mundo onírico que nos rodea constantemente, pero que solo en esos instantes se hace perceptible a los sentidos. La asfixiante jungla de cemento se convierte durante unos momentos en un laberinto extraño y melancólico, y la mente, junto a la imaginación, pierden sus limitaciones. Sin embargo en aquella ocasión algo sería diferente encontrándose tan cerca de edificios tan altos, y de tantas plantas, que por el simple hecho de intentar contarlas asomaban pequeños latigazos de vértigo. Bien es cierto que ya había llevado sus pasos entre ciudades mucho más grandes e
El pequeño rincón de un poeta por accidente, un humilde escritor, un soñador permanente.