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Mostrando entradas de 2022

Mar de un solo faro

Te hallo en el murmullo, de un tráfico distante, en la alegría de los niños, distraídos en los parques.   En los trozos de un otoño, que han caído de los árboles, en voces de un verano, que transitan ciertas calles. En el continuo rugido, de un calmado oleaje, en las notas de un viento, de providencias musicales. Esa misma melodía, que habla solo de añorarte, induciéndome a ese sueño, donde vuelvo a reencontrarte. Aún sin percibir tu forma, al sentirte en tierra y aire, no has dejado de ser tú, quien para mí está en todas partes.

Demonio de la displicencia

Vio en la tinta derramada, los mensajes nunca escritos, de palabras extraviadas, que no hallaron su destino. Una voz amordazada, incapaz de haberle dicho, cualquier cosa que pensada, conllevara algún sentido. Una mente fragmentada, desde un corazón herido, al sentirse abandonado, por quien tanto hubo querido.

Roturas insoslayables

Suele decirse que la vida, está formada por etapas, pues aquello que comienza, de alguna forma siempre acaba. Cercenado por el tiempo, de translúcida guadaña, inexorable a su firme paso, de cuyo filo nada escapa. Pero el fruto corrompido, de semillas malsanadas, moldeó tanto al hombre, que acabó esculpiendo el alma. Al saber que no existe cura, para todo lo que halla, pues aún duele el olvido, donde no creció un mañana.

Apocatástasis

Buscó el significado, de volverse invencible, bajo el único firmamento, de camino impredecible. Un santo de la espada, destinado a convertirse, no por todos esos duelos, que ganó a los imbatibles. Sino por un sabio monje, que enseñó cómo ser libre, y el amor a una mujer, llegado a dar por imposible. Que le harían aprender, a escuchar a lo inaudible, que le harían cultivarse, observando lo invisible.

Postal desde ninguna parte

Qué incorpórea huella, sería la que dejaste, al ser tantas las ocasiones, en las que sigo pensándote. Un ruido de color blanco, en la soledad reinante, que me hizo olvidar, el cómo estar con alguien. Tan propio de una playa, sin un mar al que asomarse, de un desierto congelado, donde nada crece o nace. Una tan baldía tierra, cuyo sol al traicionarme, absorvió toda la luz, que solo a ti yo quise darte.

Sinestesia inflamable

Aprendí a observar el mundo, en un pequeño lunar de arena, parapetado en las ventanas, que se abren si despiertas. Descubriéndome admirando, ese paisaje en mi consciencia, cuyos valles de tu cuerpo, forman montes que me alteran. Confirmando tu sonrisa, que me ves sin darme cuenta, ese lobo que al acecho, deseas tanto que aparezca. Para cubrirte con garras, de caricias casi eternas, que descubran la leona, que me volverá en la presa.

Pugna non perfecta est

Aferrado a la cálida, sensación de la esperanza, subyacente en la forma, que regenta el alma humana. Al andar por la vereda, ténuemente iluminada, por los silenciosos pasos, de la más pura nostalgia. Que en mis oidos suena, a una tarde que no acaba, pues la noche nunca llega, y medio sol jamás se marcha. Conjurándose así entonces, esa inusitada magia, cuando el día y las estrellas, se coinciden y se hablan. De tormentas de emociones, venideras y pasadas, que yo he ido escuchando, y transcribiendo en mis palabras.

In omnia paratus

A través de senderos agrestes, y las trochas de la experiencia, fue sembrando de melancolía, las planicies de la primavera. De laberintos desafientes, surgidos de la mala hierba, que parió un retorcido bosque, visto solo en luna llena. Aunque aún en las canciones, moradoras de tabernas, dicen que acabó segado, por la pluma de un poeta. De quien aprendió allí, que lo feliz de su tristeza, fue otra parte del camino, para descubrir su fuerza.

Tristeza del viajero constante

Como un navío encallado, en los arrecifes del destino, me fundí en el aprendizaje, que pudimos haber vivido. Tan disuelto en los recuerdos, que debimos haber tenido, en tu olor posado en mi ropa, tras pasar noches contigo. Cual cartógrafo de madrugada, vi las calles donde estuvimos, junto a esos momentos a solas, en los que habríamos conocido. El sembrar en nuestras mentes, las semillas de algo bonito, ese jardín donde encontrarnos, tan ajenos al olvido.

Ex nihilo nihil fit

Qué es el transcurrir de los años, sino un parpadeo de divinidad, qué es la materia y el espacio, sino una ilusión hecha realidad. En la que todo son vibraciones, en una escala de intensidad, tanto para lo que ya existe, como ha existido y existirá. Siendo la propia razón de la vida, cual partitura musical, que va viajando entre dos silencios, para extinguirse y volver a sonar.

Consciencia de un fantasma

Decidió salir a dar un paseo bajo una extraña noche donde la oscuridad era tan espesa que deboraba toda fuente de luz más allá de unos escasos metros, mientras que el pequeño espacio a su alrededor permanecía sumergido en una débil luminiscencia de tonalidades cálidas, como si le acompañara un invisible candil. Echó un vistazo, uno de tantos, a la pantalla de su móvil, con el anhelo de ver la notificación de un mensaje esperado que no llegaba, un destello de contacto de alguien que ya no estaba. Sus pasos le llevaron hasta una superficie de piedra de no demasiada anchura, a modo de banco, que sobresalía de un muro enorme. Su longitud, a pesar de la limitada visibilidad, transmitía tender al infinito. Mientras se sentaba en él echó un último vistazo a la brillante y azulada pantalla del pequeño dispositivo, que no volvió a mostrar ningún tipo de aviso, para ser guardado a continuación en el bolsillo derecho de su pantalón. Muy cerca habían tres personas de las cuales no se habría percat