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Tristeza del viajero constante

Como un navío encallado,
en los arrecifes del destino,
me fundí en el aprendizaje,
que pudimos haber vivido.

Tan disuelto en los recuerdos,
que debimos haber tenido,
en tu olor posado en mi ropa,
tras pasar noches contigo.

Cual cartógrafo de madrugada,
vi las calles donde estuvimos,
junto a esos momentos a solas,
en los que habríamos conocido.

El sembrar en nuestras mentes,
las semillas de algo bonito,
ese jardín donde encontrarnos,
tan ajenos al olvido.

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