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Otros ámbitos, otras voces

Nada cae en el olvido, aunque no pueda recordarse, nada se desvanece del todo, aunque se encuentre perdida la llave. Todo queda a buen recaudo, en alguna no lejana parte, de una mente consciente, detrás de la adecuada clave. Para a su debido tiempo, ordenar ese aprendizaje, de quién ha sabido querer, y quién procuró dañarte. En este ensayo de teatro, de la vida y su gran viaje, entre cuyos actrices y actores, debemos buscar nuestra mejor parte.

Evanescencia

Inescrutable es el camino, de una mente iluminada, por la búsqueda de sí misma, entre visiones inacabadas. Donde cualquiera de las cicatrices, que puedan poblar el alma, envejece mucho más, que las arrugas en la cara. Tan cansado de las sendas, largamente transitadas, que han llevado a encontrar, solo respuestas no buscadas. Transformando el hastío, en la carcasa de un fantasma, que a veces dicen verlo, viajar sin rumbo de madrugada.    

Lucidez emocional

Mientras suenan las canciones, que tanto nos gustan, voy trazando las caricias, en tu espalda desnuda. Desviándome en el borde, que rodea tu cintura, hacia Venus y su monte, donde pierdo la cordura. Entretanto una escalada, ha partido en la búsqueda, del paisaje en tu pecho, donde gano la locura. Pero te echas a reír al darme cuenta sin premura, que sentada entre mis piernas, ya me exploras con soltura.

De cartas no enviadas

Son tantas las cosas, que faltaron por decirnos, tan intenso ese deseo, de pasar noches contigo. No sin antes volverme, de Nicte un buen amigo, al retrasar el amanecer, a cada paso en tus sentidos. Y decirte suavemente, al asomarme en tus oídos, como nada importa, si tú estás conmigo.

Alteraciones psicosomáticas

Más allá de expresar palabras, que sean agradables al ser oídas, más allá de escribir frases, que resulten bellas al ser leídas. Ha buscado ordenar la maleta, de sentimientos y empatía, rellenada en ese viaje, que solemos llamar vida. Entre el amor y el desamor, la imaginación y la alegoría, en el umbral de la penumbra, del dolor y la despedida. Todo lo que ha intentado, sustraer su valentía, al (no) volverle más fuerte, de lo que quizá él se creía.

Rutas liminales

Acaso no son las decisiones, como semáforos en ámbar, donde a veces se decide cruzar, o bien cambiar a otra parada. Hace mucho que las carreteras, se han vuelto solitarias, tan frías como venas, de sangre congelada. No hay tránsito en las vías, y las sombras se alargan, al pisar fuerte el pedal, bajo ventanas apagadas. En ese asfalto cual abismo, cuya oscuridad me abraza, al recordar esos lugares, donde nuestras voces hablaban.

Carretera de verano

No ha pasado una primavera, que la sangre no me altere, al conocer esa belleza, en tus ojos tan alegres. De cualquiera de esos días, cuando conseguías verme, y cómo no disimulaba, el sonreír tan solo al verte. Un preludio del contacto, tras el beso en tu frente, que inflamaba en nuestro pecho, una llama transparente. La culpable de adentrarnos, en lo inefable y trascendente, que atrayendo nuestros labios, nos volvía efervescentes.

Descendientes de la dualidad

Cada uno de nosotros, tiene bosques en la mente, que no han sido explorados, por la parte más consciente. Inabarcables en tamaño, cuyos límites se extienden, en las sombras y los claros, que están vivos y latentes. A partir de lo sembrado, entre raíces que trascienden, emociones del pasado, y de múltiples presentes. Sin llegar a percatarnos, que el mañana pertenece, a lo que oculto entre los árboles, sabe fingir que solo duerme.

Las raíces del miedo

Aquella habitación me tenía sumergido entre sombras y penumbras, mientras una débil, cálida y palpitante luz cerca de mí me permitía luchar a duras penas, tijera en mano, por verme y recortarme un poco la barba frente a un pequeño espejo, que parcialmente roto y fragmentado, parecía mostrar versiones ligeramente diferentes de mi rostro en cada una de las partes en las que se había dividido. Un extraño sonido repentino que vino desde mi derecha hizo ponerme en alerta, y dije en un tono calmado y firme: «Vigilad la entrada». No me encontraba solo. Dos haces de luz provenientes de linternas fueron enfocados al instante hacia donde había provenido el ruido, mostrando una pared de azulejos blancos que no se encontraba demasiado lejos. Hacia la derecha de la misma, fuera del campo de visión de los que estábamos presentes, se encontraba el hueco de la puerta. Sabíamos, por alguna razón, que algo desconocido se nos podía echar encima en cualquier momento, algo ante lo que solo cabía una respue

Memoria sintética

Qué peor nostalgia, que extrañar esos momentos, compartidos con alguien, que en realidad no sucedieron. Las caricias que pendientes, llevan besos en el viento, las miradas que sin rumbo, llegan náufragas al cielo. Poco es pues lo que ha cambiado, porque sigue aún lloviendo, entre los muros de cristal, que han dado forma a los reflejos. Que dibujan un abrazo,  traspasando el mismo tiempo, de quienes creyeron haberse perdido, y hablan de hacer lo que pudo haber sido.

Tiempo de trincheras

Creíamos ser racionales, pero la razón brilla por su ausencia, se ha culpado a las religiones, pero se han creado otras nuevas. Infectando con la idolatría, que alimenta a cada profeta, cuya prohibida autocrítica, siembra el germen de una secta. Anulada es la empatía, fagocitada por la decadencia, y el asesinato de los valores, por la corrupción de quienes lideran. Involución preprogramada, al disolver el entendimiento, sociedad polarizada, donde lo humano es un viejo cuento.

Algoritmo bioquímico

En algún lugar de diciembre, fui encontrando las emociones, que desde enero hasta noviembre, me han ido mostrado los rincones. Donde siguen en mi mente, asomadas en balcones, de las calles adyacentes, a antiguas ilusiones. Una noche permanente, entre quiméricos colores, de ventanas que no duermen, por lo que solo ellas conocen. Son tantas vidas que suceden, recordándome en ocasiones, un amor siempre vigente, que nada lo corrompe.