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Puentes de lucidez onírica

Nunca me ha dejado de resultar fascinante lo que es capaz de crear y mostrar la mente en ese estado denominado de sueño paradójico, así como en cada uno de los momentos en los que he sido consciente durante el proceso al prender el brillo de la lucidez. Han pasado ya muchos años de experimentación con relativo éxito. Todo comenzaría por aquel entonces por la motivación de la curiosidad, pero esta no tardaría en evolucionar en un interés por la investigación de la psique y el descubrimiento personal.

Si alguien me preguntara sobre los métodos llevados a cabo para descubrir este tipo de experiencias, como ya ha ocurrido en otras ocasiones, respondería lo mismo a día de hoy añadiendo otro detalle, la práctica de la meditación. Lo que más pienso sin duda que ha ayudado es tomar nota, nada más despertar, de palabras clave que ayuden a recordar a grandes rasgos todo lo soñado por muy poco que sea. Desconozco si hay más aspectos que ejerzan su influencia sin percatarme de ello. Las anotaciones son una forma de entrenar la memoria, que curiosamente parece programada para borrar todo rastro del recuerdo haciéndonos creer que no hemos soñado, pues bien es sabido que todos lo hacemos. Esa sensación de haber estado en la más profunda "nada" es una ilusión que no se corresponde con la realidad, como un espeso y oscuro telón que cae frente a la obra de teatro que tiene lugar detrás de él y que aún no ha finalizado, dejando al espectador sin la capacidad de contemplarla.

Y resulta asombroso acercarse, apartar sus cortinas, y asomarse.

He visto cosas muy difíciles de describir para las cuales me resulta un arduo trabajo el encontrar las palabras adecuadas para definirlas, palabras que quizá no existan en nuestro lenguaje, pero para otros casos sí puedo intentar acercarme.

He visitado lugares donde parecían existir unas leyes de la física completamente diferentes, donde conceptos como arriba y abajo carecían completamente de sentido, encontrándome en medio de una especie de cielo de color azul cristalino bañado por un intenso sol desconocido. Jirones blanquecinos y dorados flotaban por todas partes, que bien podrían identificarse como nubes, pero eran algo diferente, como cabellos de seres celestiales en suave movimiento formando una increíble y bella sintonía de reflejos de luz. Grandes cubos de cristal completamente vacíos en apariencia se movían rápidamente en conjunto a través de ellos, mientras me acercaba a una chica joven de pelo castaño que se encontraba en una especie de habitáculo y que supe que era la encargada de dar la bienvenida a aquel lugar, una especie de estación de otro plano de existencia.

He andado bajo arquitecturas imposibles de aspecto muy antiguo y de titánico trabajo. Puertas enormes de detallados grabados mostrando personajes y escenas de mitologías de otros mundos se abrían lentamente ante mis pasos, a través de paredes pobladas por cuadros con representaciones de paisajes imposibles, iluminados débilmente por una cálida luz de la cual desconocía su procedencia.

Dicho enorme pasillo terminaba en una sala de monstruoso tamaño con una cuidada bóveda de cristal en su centro, casi de su mismo tamaño, que contenía en su interior un hermoso jardín con plantas y árboles de toda clase. Más allá nacía una calle, flanqueada por edificios con un extravagante aspecto entre lo gótico y otro estilo inclasificable. Allí concurrían muchas personas que iban y venían, de toda condición y edad, llevando como aspecto común ropas muy cuidadas que encajaban a la perfección con el ambiente del lugar, con una mezcla en sus componentes que estaba entre lo renacentista, nuevamente lo gótico, y detalles que no sabría asociar a época o cultura alguna.

Al poco rato de adentrarme en aquella avenida divisé a mi derecha un parque muy sencillo, compuesto por una superficie de muy corta hierba, no con menos actividad que la vía de la que formaba parte. Me adentré en él entendiendo que allí estaban reunidas personas muy distinguidas a pesar de llevar atuendos muy similares al resto, las cuales pasaban el tiempo entre debates sobre ciencias y filisofía, mientras caminaba intentando no tropezarme con algunos portadores de bandejas con diversos aperitivos que pasaban a toda prisa entre las ininteligibles voces.

Desde el primer momento noté que en aquel lugar todos tenían muy buenos modales y educación, se respiraba un inmenso respeto en el ambiente, aires de un nivel social y cultural propios de otro mundo donde prevalecía la cultivación de la mente, el conocimiento, y el bienestar de los demás. Un lugar donde mostrar falsedad o hablar de mentiras, crímenes, conflictos, maldades o corrupción de cualquier tipo era hablar de algo propio de tiempos pasados tan lejanos como la propia edad del universo. Me resultó extraordinariamente curioso que en más de una ocasión al mirar hacia arriba no distinguiera cielo alguno. Allí apenas llegaban las luces, pero aprecié un techo compuesto de una textura muy particular similar a una pared rocosa, como si todo aquel lugar estuviera bajo tierra.

He estado en la falda de montañas interminables y en el filo de acantilados terribles. He saltado sobre algunos de ellos, dejándome caer para luego echar a volar sin esfuerzo. He llegado a desplazarme por el aire y el espacio solo con el pensamiento, cual pequeña esfera de energía prácticamente imperceptible a simple vista en lugar de verme cuerpo físico alguno.

En parte de esos vuelos he visto aparecer a veces ciudades de corte futurista sobre las cuales continúo planeando, admirando edificios y luces propias de la ciencia ficción. En otras ocasiones he hecho el intento de volver a casa a pesar de saber que estoy en un sueño, sintiendo conocer el lugar, pero sin dar nunca con el camino correcto. Es una extraña sensación de estar en un futuro tan lejano que aunque la geografía me resulte familiar, los edificios y las calles han cambiado por completo.

He sentido y observado intensas lluvias que parecían de otro planeta, asombrándome al estar consciente por la extrema nitidez en la que se me mostraba esa hiperrealidad, al agacharme y contemplar de cerca el chapoteo del agua sobre una superficie similar al mármol, de colores blanquecinos, que se extendía hasta más allá de donde la vista lograba alcanzar.

He encontrado y conocido a multitud de personas cuyos rostros pronto he olvidado, pero que podría haber plasmado en un cuadro nada más despertar si mi habilidad con ese arte fuera decente. Personas a quienes a menudo he preguntado su nombre logrando retener y apuntar varios, así como interactuar con ellas como si realmente fueran entidades independientes, con sus propias personalidades, sus propios pensamientos y sus propias motivaciones.

He visto las olas de la orilla de extrañas playas bañar mis pies sobre arenas de muchos colores, bajo firmamentos con más de un sol o con más de una luna, donde en algunas ocasiones estas últimas ocupaban tanto espacio en el cielo que parecían planetas gigantes, resultando una visión fascinante pero terriblemente sobrecogedora.

He vivido situaciones como si estuviera dentro del cuerpo y de la mente de otras personas, a veces incluso comprobándolo al mirarme en espejos. He pilotado vehículos desconocidos como si los conociera desde siempre, y he presenciado más de un fin de los tiempos de formas tan variopintas y en lugares tan dispares como vibraciones posee el universo. Desde catástrofes naturales o basadas en la tecnología hasta fenómenos de corte místico o provenientes de otros lejanos mundos o galaxias, donde extraños visitantes de lejanas estrellas hacen acto de presencia para destruir y llevarse a parte de la población, o algo de grandes dimensiones que se precipita atravesando la bóveda celeste siendo a veces un meteorito, otras una luna, o incluso otro planeta.

Todas y cada una de esas experiencias quedan varadas en el océano de mi memoria como si de recuerdos se tratase, y me hacen reflexionar de lo mucho que la vida se parece a veces a un viaje onírico. He profundizado a través de la ciencia en facetas de la mente relacionadas con todo esto y resulta increíble que no exista una explicación clara sobre por qué soñamos, y por qué soñamos lo que soñamos, más allá de teorías que no consiguen abarcar todos los enigmas que arroja la propia existencia de nuestra consciencia. ¿Es la mente capaz de crear vivencias de tanta complejidad y detalle?, ¿o es la consciencia asomándose a otros mundos o dimensiones?, ¿quizá un poco de ambas cosas?

Siendo el universo de un tamaño que se escapa a nuestra comprensión en cuanto a número de estrellas, planetas, fenómenos astronómicos y muy probablemente otras formas de vida, ¿qué probabilidad puede haber de que algo experimentado en un sueño haya existido, exista o existirá en algún punto de ese vasto infinito? Sin duda pienso que una muy alta.

Sigo pensando que nuestro cerebro es una especie de antena capaz de conectar con cosas que nos trascienden, aunque no sepamos con qué exáctamente. Como diría la famosa frase, solo somos polvo de estrellas, venimos de ellas y volveremos allí de una forma u otra. Mientras tanto durante esta breve existencia toca no dejar de soñar independientemente de si se está dormido o despierto, porque aunque el concepto de sueño pueda ser muy diferente para los dos estados, diría que ambos se cruzan y se retroalimentan constantemente.

Los sueños que pertenecen a ciertas franjas de la irrealidad enriquecen la visión y el conocimiento de nuestros propios estados mentales, facilitan el tratado y el enfrentamiento contra los demonios internos, y ayudan e impulsan la inspiración y la motivación para nuestras metas que forman parte de los sueños de la propia realidad que consideramos al estar despiertos.

Y quién sabe, quizá cuando ese trayecto acabe nos daremos cuenta que despertamos para seguir soñando desde otros estados, y dondequiera que nos encontremos deberemos apuntar claves de esta vida para no olvidarla.

Anotaciones y detalles que comenzarán por los nombres de aquellas personas que hayan significado algo para nosotros.

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