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La obra del Demiurgo

Jamás pudo encontrar,
una vuelta al inicio,
al cruzar la verdad,
que le haría perdido.

En cansados muros,
de antiguo laberinto,
en ruidosos silencios,
de mudos espejismos.

Que siempre le llevan,
al gran ser dormido,
guardián de deseos,
nunca cumplidos.

Es el demonio,
de insalvable destino,
que debe enfrentar,
con su espíritu ungido.

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