Ir al contenido principal

Marionetas del odio

No existe mayor desgracia,
que aquel que porta el miedo,
de encontrándose aún vivo,
sentirse realmente muerto.

Quien no controla el alma,
cuando ruge un cielo negro,
y la llamada de la calma,
la desoye con desprecio.

Cual heraldo de ignorancia,
poco importa el bien ajeno,
convertido en la amenaza,
del lobo siempre hambriento.

Conductor de una carcasa,
de malvado titiritero,
regurjita la oscuridad,
del egoísmo más enfermo.

Comentarios