Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de 2017

Sic mundus creatus est

Los mitos y las leyendas, le invitaron a amar la historia, desvelando de cada cultura, los pilares de luz y sombra. A través de una sociedad enferma, superficial y carente de forma, como noche de apagadas estrellas, en un mar de aguas pantanosas. Buscador de la vida su esencia, y el sentido de todas las cosas, hallando en misterio y ciencia, lecciones de épocas muy remotas. Filosofía que da respuestas, a la voluble ilusión del ahora, comportamientos en la existencia, de un reloj que no marca la hora. Es la guerra de cada alma despierta, y la de toda mente curiosa, de querer trascender la consciencia, en la evolución como persona.

El eco de tu nombre

Cambié la mirada del chico risueño, de ojos oscuros y penetrantes, por algo curtido por los sentimientos, aprendidos en tan arduo viaje. La experiencia del laberinto sin dueño, de extraños pasadizos en lo inefable, tras las efigies de los guerreros, que ya fallecieron en tales umbrales. Sin sentirme vivo ni muerto, llevo mi piel entre tatuajes, siendo el único que puede verlos, muestran todas tus palabras amables. Son guardianas de nuestros momentos, que sustituyeron a mi propia sangre, con alevosía por la mente fluyendo, tras el error de intentar olvidarte. Pues cómo podría arrancarme del pecho, lo que de mí mismo forma parte, cómo podría negar todo aquello, que jamás me hizo dejar de amarte.

Carta extraviada

No he dejado de pensarte, en los recuerdos no vividos, de cada uno de los momentos, que he deseado compartir unidos. Eres la lluvia de la nostalgia, que cae disolviendo el propio olvido, donde se pierden todas mis lágrimas, de como no supimos ser amigos. Las mismas que forman la tinta, de cada detalle que dejo escrito, que el corazón me dicta en silencio, como si hablara solo contigo. Intenté vallar los sentimientos, pero escaparon en su albedrío, cabalgando el eco de los errores, que el destino hubo cometido. Y no han dejado de alimentarse, durante un tiempo que se ha detenido, un amor por ti que solo ha aumentado, un aprecio por ti que solo ha crecido.

De mi mente

A las cinco y donde siempre, solía esperar a tu llegada, a las cinco y donde siempre, solía ver como te acercabas. En aquellos atardeceres, se reunían nuestras pisadas, con un silencio hecho regente, que siendo agradable nos abrazaba. Y besando con suavidad tu frente, rincones del parque nos aguardaban, entretanto una inesperada lluvia, hacía que tú guardaras las gafas. Y todos corrían a guarecerse, mientras paseábamos como si nada, a las cinco y donde siempre, la felicidad fue una vez soñada.

Amantes

Se volvieron extraños para sí mismos, al entregar cada uno su propia mitad, se sintieron completos desconocidos, empujados a salir de la oscuridad. Habían abierto por fin sus ojos, reivindicándose de forma voraz, junto al torrente de un éxtasis mútuo, y una comprensión nueva por alcanzar. Desde entonces ya no creerían, en la existencia de la casualidad, pues la convergencia de sus caminos, fue para ellos un orden por descifrar. Danzando ambos en el sortilegio, de una melodía de dicha carnal, derritiendo el calor de ese mismo baile, las máscaras de la mentira y la falsedad. Sería a través de aquel lúcido sueño, del que no querrían despertar jamás, donde redimirían todos los pecados, forjando una noche sin igual.

Ausencia de nada

Me sentí atraído por la tormenta, que solía dibujarse en tu cabello, haciendo a veces que lloviera, de incontables poemas sus versos. Deseando plantarlos en la húmeda tierra, de tus rincones más secretos, haciendo mis labios que florecieran, en el placer de un instante nuestro. Mientras las miradas confluyeran, reflejándonos en los ojos abiertos, liberando un arroyo de suaves caricias, bajo un puente entre ambos cuerpos. Que desde el alma te contaría, compartiendo juntos el mismo silencio, cómo desde que apareciste aquel día, nació la forma en la que te quiero. Un río de amor que desembocaría, en cada noche su firmamento, con brillantes frascos que yo lanzaría, con incontables mensajes como estos. Así todo el mundo vería, al igual que tú en cualquier momento, lo que de tí habla mi poesía, aunque me abandone a mí el aliento. Pues aunque estemos hechos de estrellas, y partamos todos del mismo puerto, mi corazón decidió mirar solo a uno, de todos esos in

Ondas de polaridad

En más de una ocasión me he preguntado qué estoy haciendo. He continuado escribiendo, no suelo pensar demasiado al hacerlo, solo intento dejar salir aquello que va muy dentro, pero así ha sido siempre, o eso es lo que creo. Y escribo, juntando palabras, pero han sido tantas las que se atragantan y han quedado en algún lugar del tiempo varadas, solo unas pocas llegan al papel, solo unas pocas llegan a la pantalla. Y escribo, formando frases, dándome cuenta que en la base hablo siempre de lo mismo, solo cambio el recipiente y su decoración, pues permanece intacto el contenido. ¿Qué fue de aquella parte de mi interior?, aquella que me susurraba que el romanticismo y el amor no son más que una ilusión, un mero cuento chino, una elaborada fábula para niños. Pero esa voz tal como vino un día marchó, repitiendo a veces desde entonces el mismo ciclo como el recuerdo de una amarga canción. Como esos viajes de la experiencia que viví por el sentimiento, viajes de amar y sentirse amado, pero tam

Llave maestra

Somos realmente lo que hacemos, cuando nadie está mirando, somos un gran jardín secreto, que siempre se está cultivando. Ese lugar que todos tenemos, que permanece bien cerrado, siendo solo a unos pocos, a quienes el lugar es mostrado. Aunque existen muchas puertas, y parcelas por separado, no todo estará a la vista, para el visitante invitado. Al igual que zonas profundas, habrán verjas de duros candados, infranqueables altas barreras, contra lo que hizo tanto daño. Donde ángeles y demonios pasean, ante la complejidad del ser humano, donde unos luchan contra ellos, y otros los liberan en sus actos. Como ese mismo laberinto, por una llave única iluminado, la que abre todas mis puertas, propiedad de un amor siempre recordado.

Crónicas de Aodren: Lizbeth. Hijos del Cristal

Aquellos rayos de sol intensamente anaranjados traspasaban las amplias cristaleras transportando dentro la magia de ese instante tan efímero y especial de cuando no es ni de día ni de noche, heraldos del atardecer, con pequeñas partículas de polvo navegando por el aire buscando cada una su propio refugio perdiéndose de la vista en cuanto se alejaban del haz de luz, como si este mismo revelara algo que permanecía oculto y sin embargo estaba a su alrededor constantemente. Al verlo durante su pequeña pausa de contemplación no pudo evitar compararlo justo con lo que le hablaban aquellas delicadas y desgastadas páginas. •  Consultar la cronología de las crónicas   • Desde fuera le llegaban los gritos de niños que no querían entrar en sus casas. Pronto se haría de noche y su tiempo de juego en el campo llegaba a su fin, e intentaban rebelarse solo por extender su momento de ocio y libertad unos minutos más, algo que raramente conseguían. — Mamá —dijo al salir por un momento de s

Crónicas de Aodren: Cacería de la Luna Negra (III)

No importa lo previsto y detallado de una planificación o cada una de las situaciones que mentalmente se puedan recrear acerca de lo posible que pueda ocurrir. Todo puede torcerse a un nivel inimaginable sin verse venir en cualquier momento, en cualquier instante. Era algo que en esa noche tan diferente de todas las demás experimentaban de una forma única llevándoles a límites insospechados. •  Consultar la cronología de las crónicas   • Nada les había preparado para afrontar una terrible verdad que les estaba siendo mostrada de forma cruda, sin presentaciones. En un mundo decadente, viejos mitos y leyendas olvidadas estaban cobrando vida, haciendo de los peores terrores ya conocidos meras historias para niños. Como si un nuevo tablero de un macabro juego emergiera junto a nuevas piezas, superponiéndose a uno mucho más viejo de fichas menores y desgastadas. A una de esas piezas le seguía una marabunta de intensos y constantes crujidos. Se abría paso a través de duras

Siete de la mañana

He visto tu nombre formarse en la blanca espuma, de un oleaje constante y creciente, haciéndome sentirte una vez más de nuevo, desde un mar de agua que me es indiferente. Mientras avanzo desde una calmada orilla, me adentro en un ahora cambiado ambiente, donde ya no existe arena ni playa, tan solo tú volviendo a inundar mi mente. Paseando por mis laberínticos pensamientos, como una ráfaga de aire intenso y caliente, sacudiendo el mismo latir en el cuerpo, que aparecía cuando tú estabas presente. Con mis sentidos comenzando a buscarte, mientras me dejo arrastrar por la corriente, donde el brillo del sol refleja mis sueños, por los que en ocasiones te me apareces. En los que el camino de vuelta a casa, surge de una oscuridad aparente, en los que te abrazo con fuerza y ternura, y te recuerdo que jamás dejaré de quererte.

Aullidos del silencio

Dicen que la noche es para los amantes, y quizá por eso me enamoré de ella, no porque esté el brillo de tu mirada, en cada una de las estrellas. Dicen que no he vuelto a estar con nadie, y quizá por eso busque a la luna llena, no porque siga amando a la misma mujer, que lleva tu nombre y tu silueta. Dicen que he dejado de ser el mismo, y quizá por eso nada me conmueva, no porque dejara de escuchar tu risa, desde aquella fatídica fecha. Dicen que mi mirada está algo perdida, y quizá por eso ya nada vea, no porque sueñe a menudo despierto, con tu más que anhelada presencia. Con besar tu frente y acariciar tu piel, con charlar juntos hasta que amanezca, con el compartir todo el tiempo robado, con seguir amándote hasta que muera.

Bosques de papel

De cada espada y escudo roto, surgirían lágrimas de ardiente fuego, que unidas a tanta sangre vertida, forjarían un frío corazón de hierro. Atado a unas oscuras alas, ofrecerían el más alto de los vuelos, junto a una limpia mirada nueva, hacia los más perdidos de mis fragmentos. Como infinitas hojas de papel arrugadas, cerca de una papelera de color cielo, de uno completamente nublado, de uno con lluvia y fuertes estruendos. Donde en cada una de ellas, escribí formas de decirte un te quiero, pero ninguna pareció ser suficiente, para ganarme a tu lado un humilde hueco.

Otras voces, otros ámbitos*

No hay conjunto de palabras, ni las habrá durante el tiempo, con las que pueda describir, todo lo que he sentido y siento. No importa lo mucho que escriba, desde la inspiración de tantos momentos, pues no existe ciencia ni libro, que detalle lo que yo llevo dentro. A través de mi conciencia, dando vida a este prestado cuerpo, volví a nacer en una tierra, que me daba por más que muerto. Andando sobre cumbres y playas, y volviendo al gentío de ciudades y pueblos, cualquier ambiente que resulta agradable, me susurra lo mucho que te echo de menos. Pues toda belleza que me es contemplada, es la misma que la de tu recuerdo, que si realmente existe un paraíso, debe de estar sin duda inspirado en ello. *Revisión del poema "Tierra de Magia", modificado y sustituido a fecha 01/06/2017 Intención de expresión intacta, cambios en morfología.

Lejos de casa

En largos instantes al borde del infinito, en la quietud de la mente, al fundirse con el sonido ambiente o el silencio más estridente, cuando surge tu nombre irrumpiendo en el presente junto a lo que me convirtió en un humilde poeta por accidente. Desde hace tanto perdido en otro tiempo, un cosmonauta dado por muerto lanzando pensamientos sobre ti al viento, quien deseó contigo escribir un cuento a través de un camino por tierras de frondosos detalles y momentos. Que resumiría la vida a través de un sentimiento que llevaría tu nombre grabado como un lúcido sueño, que imaginaba nacer al conectar nuestras mentes con el primero de incontables besos saboreando nuestros labios mientras me envuelve la fragancia de tus largos cabellos. Mientras la brújula del alma, estropeada, la misma que deseaba señalar el norte, pero desde que hubiste aparecido solo alcanzó a señalar tu nombre. Observando desde el barco que había surgido un nuevo faro que marcaba el horizonte, junto a una limpia y clara

Solitude

Sigue siendo esa fiel compañera, sin importar nunca la circunstancia, presente de una u otra manera, con su frío intenso cuando me abraza. Sigue siendo quien más enseña, en las reflexiones más profundas, tanto en la paz como en la guerra, a través de las luces más oscuras. Una guía de naturaleza eterna, que yace a mi lado desde la cuna, a quien pregunté de forma abierta, si para el amor existe una cura. Aunque sé que es mi propia condena, sin necesitar respuesta alguna, es el sentir tanto hasta que duela, el seguir queriéndote con esta locura.

Inveniam viam

Allí estaba, intimidante, erguido sobre su enorme tamaño como si quisiera tocar el mismísimo techo del mundo. Yo había llegado con el mismo objetivo, pero mi intento palideció al lado del suyo, como el de un pobre pajarillo que mueve sus alas apenas comenzando a aprender a volar mientras observa a los mayores surcar el cielo con gran maestría. Es difícil no sentirse empequeñecido a un nivel difícil de describir. Estar a su lado fue una experiencia buscada y digna de ser vivida, precedida por un ascenso durante el cual cada paso desde el comienzo hizo aumentar la sensación de estar en un viaje místico en cierta manera. El aire que llenan los pulmones allí ha sido el más puro que he respirado nunca, despejando la mente, los pensamientos y los sentidos con cada aspiración, como una máquina a la que se le suministra un combustible limpio y renovado que la hace funcionar tal y como debería desde su diseño original. A lo lejos no tardé en contemplar a las nubes acariciar las cimas de otras

De lo que no suele decirse

Atraído como frías manos a una fogata de invierno, sintiendo arder cada rincón prohibido de tu templo, junto a caricias navegando en ellos como una fuente que llena de vida al sediento. Buscando el tesoro de tu placer mientras me hundo contigo a besos, en la perdición para un hombre que se creía cuerdo, llevándonos a un descenso a la locura, a nuestro animal más interno, en una lujuriosa danza de nuestros cuerpos dejándonos llevar como salvajes de otros tiempos. Unidos sin descanso, siendo del día y la noche sus dueños, fundidos en uno solo por el más fuerte de los deseos, el de vernos reflejados en nuestros ojos mientras alcanzamos el éxtasis más extremo. Creando juntos un momento perpétuo, creando juntos un momento eterno. La de veces que en mi mente, de mil y una formas el amor habíamos hecho.

Radio de medianoche

Es como si hubiera ocurrido ayer, no importa cuanto pase el tiempo, quedó tan fuerte grabado en la piel, donde allí hubo aquel sentimiento. El mismo que grita al anochecer, lo que no fue dicho en su momento, junto al dolor que vi nacer, que rasga sobre mí el oscuro cielo. Bajo estas noches que escucho llover, por muy despejado que esté el firmamento, pues cada calle me hace ver, lo que tú me grabaste a fuego muy lento. Y esa parte que quiso volver, le susurra a la otra que me rompe por dentro, que aún después de todo ese arder, el amor por tí sigue surcando el viento. A cada paso que me hace seguir, en cada solitario y nocturno paseo, el sintonizar la radio que me habla de tí, y donde suenan canciones sobre lo nuestro.

Eco de un recuerdo robado

La buscó con la mirada entre todos los presentes nada más llegar y no tardó en reconocerla, allí estaba, esperándole. La luminosidad era radiante, propia de una despejada media mañana muy cerca del mediodía, teniendo en su conocimiento que asistía a una especie de celebración donde se organizarían bailes y comidas. Era la primera vez que se veían, o eso creyó, aunque la sensación de que ya se conocían desde mucho tiempo atrás era muy latente, la misma sensación que expresaba poderosamente un anhelado y deseado encuentro. Al mirarla todo el entorno pasó a un segundo y difuso plano como si nada más importase, pudiendo observar con nitidez su alegre y brillante rostro, su cabello, la forma en que iba vestida, mientras le devolvía con dulzura la mirada diciéndole con ella: «por fin estás aquí, deseaba tanto verte». Él se acercó a paso ligero invadido hasta el más mínimo pedazo de su ser por un sentimiento para el cual la palabra amor se quedaría insuficiente para hacerle justicia a la

Náufrago de ti

A los días de nuestras vidas cruzarse, sin saberlo había comenzado a amarte, donde cada momento compartido contigo, forjó la visión de no dejar de pensarte. Pues de tu persona nacerían mis versos, que irían destinados para recordarte, que de tus ojos vinieron los sueños, que me convertirían en un navegante. Impulsado por el mismo deseo, de acompañarte en el más largo viaje, el que duraría toda una vida entera, en el cual no dejaría jamás de adorarte. Alimentando nuestros pensamientos, de llegar donde nadie hubo llegado antes, surcando juntos el nuevo mundo, que forjarían nuestros montes y valles. Convirtiéndome para ti en bálsamo, cuando amargos momentos te amenazasen, para compartir contigo cualquier dolor, y estar a tu lado sin importar lo que pasase.

Tabula rasa

Observaba un pequeño orbe azulado sobre un manto de oscuridad salpicado de pequeños puntos brillantes de diversas intensidades. El orbe aumentaba su tamaño paulatinamente mientras dejaba ver unos girones blancos recorriendo su superficie a una velocidad casi imperceptible así como unas manchas de color verduzco y marrón. Su velocidad de crecimiento fue aminorando hasta detenerse con la misma suavidad con la que se hubo estado expandiendo, justo cuando ocupó prácticamente todo el tamaño de aquella gran ventana, que no parecía estar sujeta a pared alguna, desde donde tenía fija su mirada. Ahora que se veía con más detalle pudo apreciar las grandes proporciones de aquel objeto, así como sus colores iniciales divididos ahora en cientos de tonalidades diferentes. —¿Qué es lo que más te gusta de estar aquí arriba? —le preguntó una voz de la cual no era visible su procedencia. —El silencio, creo que podría acostumbrarme a él. Habló bañado por un sentimiento de fa

Crónicas de Aodren: Revelaciones

Un tacto áspero y pétreo sobre la palma de sus manos y parte de sus piernas le hizo abrir los ojos y alzar la mirada. Bajo él se extendía una vasta llanura de gravilla oscura como el carbón, que escupía humaredas de colores verdosos y azulados desde diversos huecos en la tierra esparcidos sin orden alguno. A pocas decenas de metros a ambos lados se alzaban riscos de grandes y negras rocas de diversos tamaños y formas. Parcialmente retorcidas, parecían víctimas mudas de una erosión brutal y desconocida. •  Consultar la cronología de las crónicas   • El lugar formaba el panorama de una especie de valle, en el cual no supo saber si era día o noche al no distinguir cielo alguno. Con gran dificultad se alzó sobre sus piernas y comenzó a caminar hacia delante con la única intención de, no sin cierto sobrecogimiento, otear el entorno en el que se encontraba. Después de largo rato de cansados y dolorosos pasos a pies desnudos, rodeado del más ruidoso de los silenci

Dioses del siglo XXI

Extendieron sus múltiples zarpas, a través de muchos nombres, corrompiendo a todas las almas, que escucharon sus canciones. Creyéndose omnipresentes, envenenaron los corazones, prometiendo ser omnipotentes, a quienes sacrificaran sus valores. Nuevos dioses hubieron nacido, en la mente negra de los hombres, esclavizándolos en el deseo, por encima de todo lo que conocen. La corrupción bajo su sombra, haría nublar a las razones, que apagaría a la humanidad, y crearía monstruos en su nombre.

Crónicas de Aodren: El retorno de Ceneo (III)

Sintió su interior a punto de desmoronarse en miles de pedazos como un viejo templo de erosionadas columnas durante un intenso terremoto. La mente se le nubló invadida por pensamientos que no quería escuchar. Los párpados le pesaban tanto que no pudo evitar caer paulatinamente en un estado de somnolencia hasta que un crujido seco e intenso muy cercano frente a él penetró en sus oídos cortando el presente como la hoja de una espada recién afilada en la carne de un desdichado. Volvió a la no menos extraña vigilia. •  Consultar la cronología de las crónicas   • Allí se alzaba un hombre de edad y estatura medias . O jos ligeramente rasgados, de cabello tan corto que parecía casi estar desprovisto de él de no ser por una ligera sombra, portador de una fría e inexpresiva mirada mientras se acariciaba una cuidada barba no demasiado poblada con su mano izquierda. El estar ataviado con unas prendas ligeras de cuero y tela a modo de túnica, unido a una complexión no demasiado corpulen