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Ausencia de nada

Me sentí atraído por la tormenta,
que solía dibujarse en tu cabello,
haciendo a veces que lloviera,
de incontables poemas sus versos.

Deseando plantarlos en la húmeda tierra,
de tus rincones más secretos,
haciendo mis labios que florecieran,
en el placer de un instante nuestro.

Mientras las miradas confluyeran,
reflejándonos en los ojos abiertos,
liberando un arroyo de suaves caricias,
bajo un puente entre ambos cuerpos.

Que desde el alma te contaría,
compartiendo juntos el mismo silencio,
cómo desde que apareciste aquel día,
nació la forma en la que te quiero.

Un río de amor que desembocaría,
en cada noche su firmamento,
con brillantes frascos que yo lanzaría,
con incontables mensajes como estos.

Así todo el mundo vería,
al igual que tú en cualquier momento,
lo que de tí habla mi poesía,
aunque me abandone a mí el aliento.

Pues aunque estemos hechos de estrellas,
y partamos todos del mismo puerto,
mi corazón decidió mirar solo a uno,
de todos esos infinitos fragmentos.

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