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Et diabolus incarnatus est

Nunca ha sido un secreto,
que la semilla de un esclavo,
germina con el deseo,
de quien pretende dominarnos.

El tejer de las mentiras,
que nos mantendrán atados,
eslabones de cadenas,
forjadas con engaños.

Un asedio a la consciencia,
invisible e indetectado,
una fuerza que fulmina,
la razón a su paso.

Infecta a los sentidos,
hasta volverlos alterados,
y la mente es secuestrada,
por los males más abstractos.

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