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Madrugada indefinida

Pareció demasiado pedir,
un pequeño lugar a tu lado,
sin poder evitar amarte,
y no sentirme desangrado.

Intenté ser solo un amigo,
y es lo que hube deseado,
así mientras escribo esto,
seguiríamos aún hablando.

Pero cómo evitar las gotas,
que acabarían derramando,
cada una de tus cualidades,
la cordura de mi vaso.

Bajo destellos de tu compañía,
que los cristales atravesaron,
de las ventanas del refugio,
donde ingenuo me creí a salvo.

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