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El camino innombrable

A través de turbias arenas,
y de la duda su espeso océano,
en el filo de la espada serena,
entrenó su mente y su cuerpo. 

Sin existir mayor enemigo,
que los propios pensamientos,
que traicionan la conciencia,
sin remar a buen puerto.

Es del espíritu su guerra,
en muerte y renacimiento,
navegante de la experiencia,
del cascarón roto por dentro.

Sin amarre en ninguna tierra,
de su nave quiso ser dueño,
resucitada en nueva madera,
se hizo hermano con el viento.

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