Déjame expresar,
con rabia y dolor,
lo que muy a mi pesar,
llevo anclado a mi corazón.
Fuíste mi faro,
iluminaste mi navegar,
antaño perdido y desorientado,
tú eras ahora el puerto al que llegar.
Mar oscuro y bravío,
incapaz de infundirme ya temor,
pusiste fin a mi vida de hastío,
me enseñaste lo que era el verdadero amor.
Mágicas noches en mi recuerdo,
en las que me hiciste tuyo con pasión,
inolvidables mañanas grabadas a fuego,
en las que te hacía mía con lujuria y devoción.
Destino vil y traicionero,
yo te maldigo desde mi interior,
quisiste acabar con nuestro hermoso cuento,
e hiciste aparecer algo ajeno a los dos.
Desde mi barco escribo esto,
la luz del faro tiempo hace que se apagó,
con timón roto y partidos remos,
a la deriva sin rumbo desde que tu amor se marchó.
Qué me deparará este oscuro y bravío mar,
solo veo luces falsas y espejismos,
pues he de confesar que sin ilusión ni felicidad,
espero la consumación de mi Destino.
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