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Mostrando entradas de noviembre, 2017

Carta extraviada

No he dejado de pensarte, en los recuerdos no vividos, de cada uno de los momentos, que he deseado compartir unidos. Eres la lluvia de la nostalgia, que cae disolviendo el propio olvido, donde se pierden todas mis lágrimas, de como no supimos ser amigos. Las mismas que forman la tinta, de cada detalle que dejo escrito, que el corazón me dicta en silencio, como si hablara solo contigo. Intenté vallar los sentimientos, pero escaparon en su albedrío, cabalgando el eco de los errores, que el destino hubo cometido. Y no han dejado de alimentarse, durante un tiempo que se ha detenido, un amor por ti que solo ha aumentado, un aprecio por ti que solo ha crecido.

De mi mente

A las cinco y donde siempre, solía esperar a tu llegada, a las cinco y donde siempre, solía ver como te acercabas. En aquellos atardeceres, se reunían nuestras pisadas, con un silencio hecho regente, que siendo agradable nos abrazaba. Y besando con suavidad tu frente, rincones del parque nos aguardaban, entretanto una inesperada lluvia, hacía que tú guardaras las gafas. Y todos corrían a guarecerse, mientras paseábamos como si nada, a las cinco y donde siempre, la felicidad fue una vez soñada.

Amantes

Se volvieron extraños para sí mismos, al entregar cada uno su propia mitad, se sintieron completos desconocidos, empujados a salir de la oscuridad. Habían abierto por fin sus ojos, reivindicándose de forma voraz, junto al torrente de un éxtasis mútuo, y una comprensión nueva por alcanzar. Desde entonces ya no creerían, en la existencia de la casualidad, pues la convergencia de sus caminos, fue para ellos un orden por descifrar. Danzando ambos en el sortilegio, de una melodía de dicha carnal, derritiendo el calor de ese mismo baile, las máscaras de la mentira y la falsedad. Sería a través de aquel lúcido sueño, del que no querrían despertar jamás, donde redimirían todos los pecados, forjando una noche sin igual.