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Siete de la mañana

He visto tu nombre formarse en la blanca espuma,
de un oleaje constante y creciente,
haciéndome sentirte una vez más de nuevo,
desde un mar de agua que me es indiferente.

Mientras avanzo desde una calmada orilla,
me adentro en un ahora cambiado ambiente,
donde ya no existe arena ni playa,
tan solo tú volviendo a inundar mi mente.

Paseando por mis laberínticos pensamientos,
como una ráfaga de aire intenso y caliente,
sacudiendo el mismo latir en el cuerpo,
que aparecía cuando tú estabas presente.

Con mis sentidos comenzando a buscarte,
mientras me dejo arrastrar por la corriente,
donde el brillo del sol refleja mis sueños,
por los que en ocasiones te me apareces.

En los que el camino de vuelta a casa,
surge de una oscuridad aparente,
en los que te abrazo con fuerza y ternura,
y te recuerdo que jamás dejaré de quererte.



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