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Mostrando entradas de noviembre, 2014

Fragmentos de un presente

Alguien me dijo una vez que el dolor del alma solo es aparente, que en realidad somos todos esclavos de nuestra propia mente, sin importar lo que diga o deje de decir el resto de la gente, que siempre hay un rincón cálido y seguro en nuestro presente. Pues el pasado y el futuro son ilusiones de nuestro inconsciente, con el fin de dominarnos con pensamientos que mal nos afecten, manteniéndonos en una tortura que de nuestro interior saldrá naciente, para debilitarnos desde dentro tanto física como espiritualmente. Créeme cuando te digo que hay solución para todo lo que nos concierne, que la forma de querernos ha sido lo mejor que recordaré por siempre, pues nunca has sido mi pasado, sino ese instante del ahora tan vivo y alegre, y el mejor regalo de la vida ha sido formar parte de tu presente. Así que por favor siempre que el dolor desde algún lugar te aceche, pues sé que en algún momento ninguna teoría para ello es suficiente, apóyate en mi corazón el cual para tí h

No pocas veces

Cuántas veces se ha recordado, aquello que olvidar justo se había jurado, lo que al fondo de un baúl estaba enterrado, ese rincón que jamás piensa volver a ser observado. Pues no pocas veces soñé que estabas a mi lado, que compartíamos juntos el tiempo como antaño, sintiéndome despierto al ver como nos saludábamos, y luego reíamos como si nada jamás hubiera pasado. Mucho y todo sin duda habría dado, por volver al punto donde nuestros caminos se separaron, agarrarte fuertemente con cuerpo y alma de la mano, si así por supuesto tú también lo hubieses deseado. Susurrarte lo mucho que para mi has siempre significado, con mi corazón para compartir tu carga en los momentos malos, y en los buenos ascender a alturas que jamás habríamos soñado, construyendo el presente que siempre tuvimos destinado.

Duro despertar

A unos pocos metros delante de sus ojos podía ver el rostro de alguien que le resultaba realmente familiar. Ajustando algo más la vista logró distinguir una silueta que se interponía entre él y una desconocida emanación de luz similar a la de un atardecer. —Estoy soñando, ¿no es cierto? —Sí —le respondió una voz femenina— , ¿pero qué diferencia hay? Estoy aquí, contigo, ¿no es así? Se sentía realmente cansado. Su mente parecía estar inmersa en una espesa niebla que le incapacitaba enormemente, el simple hecho de pensar requería un esfuerzo casi sobrehumano. Aunque desistía de intentar captar más detalles visuales bajando la cabeza con gesto de resignación ante la desconocida fuerza que le retenía tan mermado física y mentalmente, sabía quién era ella al sentirse impregnado por su presencia y también por parte de sus pensamientos. La alegría que recorría cada pedazo de su ser era indescriptible al tenerla de nuevo tan cerca aunque solo fuera un sueño. Solo lamentaba no pode

La noche de los finados

Ya comenzaba a anochecer, y el ambiente de la fiesta se empezaba a quedar algo más tranquilo. La alegría inundaba el entorno, todos cantaban, reían y charlaban cerca de unas pequeñas fogatas encendidas muy recientemente. La ligera algarabía que flotaba en el aire se entremezclaba con el chisporroteo de las llamas, las cuales danzaban su propio cántico como queriendo formar parte también de aquel momento. Él, ya algo agotado, estaba a punto de marcharse. Aunque algo en su interior le llamaba fuertemente para seguir disfrutando de aquellos instantes y saborear la noche que ya había cubierto con su manto aquel recóndito paraje, quería descansar lo suficiente para despertarse temprano a la mañana siguiente. Pero justo al pasar cerca de una de las hogueras, apareció ella. De rostro muy bello, con una expresión alegre, grandes ojos oscuros y un precioso pelo largo de color negro azabache, el cual parecía respirar fuego al reflejar de forma suave y palpitante el vivo color de las llama