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Mostrando entradas de mayo, 2018

Al filo de la cordura

Escribí tu nombre en mi bandera, porque has sido mi única patria, donde compuse notas enteras, con cada una de nuestras miradas. Guardo en una invisible botella, de un cristal color esperanza, la custodia de gran delicadeza, de tu cabello su fragancia. Vuelco el diario en la libreta, de cuyas hojas nunca cambian, pues mis trazos solo muestran, el beso que saboreó tu alma. Llevando en tantas ocasiones puesta, la improvisada y rígida máscara, que oculta mi mayor tristeza, de las ausencias la más amarga.

Quod fuimus, estis; quod sumus, vos eritis

Todo empezó como pequeños paseos nocturnos como una forma de evadirse durante esas noches que tenía libres. La caída del sol cubre todo por un manto de magia haciéndole capaz de permanecer hipnotizado por las luces de cada rincón de la ciudad, cada una de ellas testigo mudo de la vida de incontables personas, de fragmentos de historia, y al mismo tiempo pequeños faros que alumbran donde de forma natural debería reinar la más absoluta negrura entre los retazos urbanos de características cambiantes, dependiendo estos últimos de la ciudad en la que se encuentre. La medianoche vacía de vida las calles al igual que las carreteras que le guían por el mar de destellos y oscuridad. Solo con sus pensamientos, en dichas vías de asfalto que le terminan conectando con otras que le llevan a zonas cada vez más apartadas. El color propio del ébano comienza a teñir su casco, su cazadora, sus guantes de duro cuero, cual criatura de la noche buscando mimetizarse y fundirse con el ambiente al

El diablo de Timanfaya

Sobre el inconmensurable océano más allá de las Columnas de Hércules yacen siete fragmentos como último vestigio de un paraíso perdido con forma de islas. No muy lejos hacia el oriente de una de las principales, conocida como un mágico continente en miniatura llamado Gran Canaria, aparecen ante la vista Fuerteventura y Lanzarote. Sería en esta última, a principios de septiembre del año 1730, donde se manifestaría el peligro durmiente de una fuerza de intensidad solo igualada por la belleza de aquellas tierras, pues allí las puertas a lugares inspirados en el Edén en ocasiones están muy cerca de las que llevan al Inframundo. El destino desplegaría sus alas para sobrevolar el pueblo de Timanfaya, donde estaba teniendo lugar un festejo como ningún otro se había visto para el que no escatimaban recursos, pues el hijo del hombre más rico del lugar y la hija de unos agricultores de plantas curativas celebraban su matrimonio. La unida y enamorada pareja, desde hacía tanto tiempo como