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Crónicas de Aodren: Codex Abraxas

Creyó estar muerto, y de hecho, su cuerpo lo estaba, pero su consciencia de alguna forma permanecía presente. Se vio arrastrado a un túnel de luz junto a un ser que no tardaría en aproximarse y acompañarle a modo de guía, un ser que carecía de forma, como una extraña nebulosa de diversos destellos constituida por pura energía.


La travesía duraría unos instantes hasta que la luz lo cubrió todo por completo, y se encontró de repente en el ascenso de una solitaria montaña rodeada de un mar de nubes. La desaparición del ser no le pasó desapercibida, al igual que una imposible conjunción en el cielo (propio de un enrarecido atardecer más intenso de lo normal) del Sol y la Luna. Ambos tenían un enorme tamaño, situado el primero justo por encima del segundo a muy poca distancia uno del otro, reinando ambos el firmamento al mismo tiempo.

Continuó el ascenso sin dificultad dándose cuenta de que no ejercía ningún impulso físico para ello, pues carecía de cuerpo alguno, deslizándose en un estado de levitación. Él también era una pequeña nebulosa de energía, aunque sin destellos. Una extraordinaria capacidad sensitiva le inundaba, capaz de permitirle ver colores de tipos e intensidades que jamás había presenciado, al igual que diversos sonidos en derredor a pesar de estar en un lugar tan aparentemente en calma y apartado de todo lo conocido, si es que un sitio así existía realmente en el mundo material.

Al llegar a la cima observó una amplia planicie que terminaba en un inmenso pilar de irregulares paredes rocosas que lucía en su cara frontal un desconocido símbolo. De aspecto imponente, parecía querer servir de torre para alcanzar los dos astros que sobre él permanecían en el cielo de una forma imposible. Le pareció que sus tamaños incluso habían aumentado desde que había llegado.

A los pies del enorme roque, no demasiado lejos, una plataforma de piedra mostraba en su superficie un libro cerrado de grandes dimensiones. De extraños e indescifrables signos en su portada, su aspecto le hacía poseedor de un tiempo incalculable, sin embargo al acercarse el visitante a él y abrirlo con cuidado con solo desearlo mentalmente pudo ver como sus páginas, aún siendo igualmente de una manufactura propia de tiempos ya olvidados, tenía una presencia impoluta en sus letras y representaciones.

No comprendió el lenguaje y las ilustraciones allí mostradas, pero tampoco haría falta, pues sintió que el conocimiento guardado en aquel libro comenzó a transmitírsele en forma de pensamiento mientras todo a su alrededor se sumía en una luz rojiza que llegaba a cubrirlo todo. Una especie de lectura psíquica había empezado:

"Cuando no existía ni el principio ni el final, ni el hoy ni el ayer, reinaba una absoluta calma que no ocupaba lugar ni espacio, pues estos últimos conceptos carecerían de significado. Ese mar de la tranquilidad fue asociado desde tiempos inmemoriales a la oscuridad y al vacío más absoluto, pero muchos se cuestionarían la propia existencia de la nada.

Algo, denominado por unos con la palabra dios y otros por la de arquitecto, tuvo la caprichosa voluntad de que se hiciera la luz. Y la luz se hizo, expandiéndose y creando con ella el espacio y el tiempo. Como si de una composición alquímica se tratase observó a su creación reaccionar y desarrollarse con sus componentes bajo unas normas ocultas e invisibles que fueron inscritas para servir de férreos e inviolables pilares de contención, formando por sí misma lo que luego llamarían galaxias, estrellas, planetas, y una infinidad de fenómenos imposibles de catalogar.

Sobre la ilusión de orden, precisión y exactitud de las reglas programadas, surgiría el caos. Y del caos, surgiría la vida, al menos en el único rincón hasta hoy conocido. Una vida compuesta por criaturas de una diversidad y complejidad que iría en aumento, abocada a un impulso a sobrevivir a cualquier precio y a sumergirse en un ciclo interminable de nacimiento y muerte.

Por una razón y lugar del tiempo desconocidos en una de esas especies ocurriría lo insólito, algo que la haría única y diferente de todas las demás, tomaría consciencia de sí misma y sería capaz de ver más allá de sus sentidos mediante el pensamiento, junto con la creación de una herramienta que serviría de trampolín a todo ello a niveles inimaginables, el lenguaje.

Lo que se pensaba creador de todo cuanto existía se mostró entonces fascinado por esta revelación. No sería lo único que mostraría interés por esos pequeños seres, pues desde el mar de la tranquilidad, de la oscuridad y del supuesto vacío, algo se removió inquieto, algo que ya se encontraba irritado y molesto por la perturbación que la irrupción de la luz había supuesto a su calma reinante.

Como si de un juego se tratase ambos acabarían descendiendo al planeta mediante múltiples formas y fuerzas a través del tiempo y de la historia para infiltrarse entre aquellos que se hacían llamar seres humanos. Incluso mediante encarnaciones vivirían y experimentarían a través de sus sentimientos y sus mentes, extendiendo sus redes de manipulación e influencia con intereses diametralmente opuestos que no tardarían en encontrar la confrontación, una confrontación que perturbaría enormemente a la mismísima creación, forjando nuevas y paralelas realidades. De uno de esos choques a través del recrudecimiento de una partida de ajedrez a través de las generaciones con visos a ser eterna, se manifestaría algo nuevo, algo diferente, pero a la misma vez proveniente de una fuente anterior a la propia luz y al mar de oscuridad.

Algo que sería denominado por unos pocos como Abraxas."


Al llegar a este punto el lector sintió interrumpirse la conexión que lo mantenía unido a aquel libro. No le dio tiempo a plantearse pregunta alguna sobre lo que estaba ocurriendo, una tremenda y desconocida fuerza le arrastró hacia atrás como si fuertes brazos le sujetaran por los hombros, detalle que le llevaría a darse cuenta de que estaba recobrando la noción de su cuerpo físico mientras todo a su alrededor se iba desvaneciendo entre intensos destellos de luz blanquecina, que le recordaron al túnel que había atravesado antes de llegar a aquel lugar.

Tras unos confusos instantes, abrió sus ojos con cierta dificultad. A sus oídos llegaban voces que hablaban cerca.

—Mira, el brujo ha vuelto en si —comentó una voz masculina en tono de absoluta indiferencia.
—¿Aodren?, no es posible —respondió una voz femenina notablemente emocionada.

Su vista se fue adaptando y se vio tumbado en una cama con su cuerpo desnudo a excepción de un pequeño pantalón, rodeado de diversos vendajes. Justo a su lado yacían recipientes con pociones de diversos tipos y rudimentarios instrumentos ensangrentados acompañados de telas en el mismo estado. Todo ello testigo, supo, de que habían estado intentando curarle. Intentó incorporarse entre terribles dolores musculares mientras una mujer que reconoció al instante se acercó a él, sentándose a su lado en la cama.

—¡Es un auténtico milagro el que hayas vuelto!, apenas puedo creerlo, ya empezábamos a dudar de que lograras conseguirlo —le dijo a la misma vez que suavemente le empujaba de vuelta a tumbarse. Su largo cabello rubio le proporcionó una sensación de agradable calidez y belleza que no sentía en muchísimo tiempo—. Quédate ahí, hazme ese favor, debes descansar algo más —sonrió.

Aodren se dejó llevar volviendo a relajar su cuerpo mientras su atención también hacía una parada en quien permanecía apoyado al fondo en el hueco de la puerta del cuarto en el que se encontraba, sin distinguir sus facciones o detalles más allá de la armadura pesada de la que era portador. Su memoria de lo sucedido días anteriores también volvía, y una mirada de preocupación nubló su expresión, detalle que no pasaría desapercibido.

—Tranquiliza tu mente —habló ella—. Han venido algunos compañeros de mi orden, no hemos escatimado recursos para intentar traerte de vuelta. Han sido días muy duros, dejaste de dar señales de vida al poco de volver todos del bosque. Gwenn y Ceneo están fuera pero no tardarán en volver, la situación exigía algunas respuestas en este mismo poblado y nada más recuperar sus fuerzas quisieron salir a investigar sin dejar de pasarse para interesarse por tu estado y nuestros progresos. Lizbeth también se encuentra de camino, todos se alegrarán tanto de verte...
—Erathia, yo...
—Sabemos todo lo que ha ocurrido —le interrumpió transmitiendo firmeza en su mirada, tensando su expresión—, sabemos más de lo que quizá imaginas. Ahora descansa, ya habrá tiempo de hablar.
—Sí —habló la figura masculina que permanecía tras ella con un tono despectivo—, ten por seguro de que hablaremos.

Las palabras y la posterior sonrisa de la paladina consiguieron anestesiar la sobrecarga de pensamientos del malogrado hechicero, aunque nunca sabría si alguna habilidad de ella estaba realmente actuando para crear en él ese efecto. Se levantó con disposición de dejarle en tranquilidad consigo mismo, cuando volvió a girarse hacia él al llegar a la salida, justo cuando se había convertido en otra silueta casi idéntica a la que ya estaba allí sin apenas inmutarse, a excepción del reflejo dorado que emanaba de su cabello.

—Hay algo que deberías saber, hemos averiguado información importante de la poderosa entidad supuestamente demoníaca que intenta poseerte.
—¿Qué?, ¿cómo es eso posible? —alcanzó por fin a hablar Aodren en un estado entre la somnolencia y la sorpresa—. ¿Tiene algún nombre pronunciable?
—Sí —respondió ella—, en algunos círculos es conocido como Abraxas.

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