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Mostrando entradas de enero, 2017

De lo que no suele decirse

Atraído como frías manos a una fogata de invierno, sintiendo arder cada rincón prohibido de tu templo, junto a caricias navegando en ellos como una fuente que llena de vida al sediento. Buscando el tesoro de tu placer mientras me hundo contigo a besos, en la perdición para un hombre que se creía cuerdo, llevándonos a un descenso a la locura, a nuestro animal más interno, en una lujuriosa danza de nuestros cuerpos dejándonos llevar como salvajes de otros tiempos. Unidos sin descanso, siendo del día y la noche sus dueños, fundidos en uno solo por el más fuerte de los deseos, el de vernos reflejados en nuestros ojos mientras alcanzamos el éxtasis más extremo. Creando juntos un momento perpétuo, creando juntos un momento eterno. La de veces que en mi mente, de mil y una formas el amor habíamos hecho.

Radio de medianoche

Es como si hubiera ocurrido ayer, no importa cuanto pase el tiempo, quedó tan fuerte grabado en la piel, donde allí hubo aquel sentimiento. El mismo que grita al anochecer, lo que no fue dicho en su momento, junto al dolor que vi nacer, que rasga sobre mí el oscuro cielo. Bajo estas noches que escucho llover, por muy despejado que esté el firmamento, pues cada calle me hace ver, lo que tú me grabaste a fuego muy lento. Y esa parte que quiso volver, le susurra a la otra que me rompe por dentro, que aún después de todo ese arder, el amor por tí sigue surcando el viento. A cada paso que me hace seguir, en cada solitario y nocturno paseo, el sintonizar la radio que me habla de tí, y donde suenan canciones sobre lo nuestro.

Eco de un recuerdo robado

La buscó con la mirada entre todos los presentes nada más llegar y no tardó en reconocerla, allí estaba, esperándole. La luminosidad era radiante, propia de una despejada media mañana muy cerca del mediodía, teniendo en su conocimiento que asistía a una especie de celebración donde se organizarían bailes y comidas. Era la primera vez que se veían, o eso creyó, aunque la sensación de que ya se conocían desde mucho tiempo atrás era muy latente, la misma sensación que expresaba poderosamente un anhelado y deseado encuentro. Al mirarla todo el entorno pasó a un segundo y difuso plano como si nada más importase, pudiendo observar con nitidez su alegre y brillante rostro, su cabello, la forma en que iba vestida, mientras le devolvía con dulzura la mirada diciéndole con ella: «por fin estás aquí, deseaba tanto verte». Él se acercó a paso ligero invadido hasta el más mínimo pedazo de su ser por un sentimiento para el cual la palabra amor se quedaría insuficiente para hacerle justicia a la

Náufrago de ti

A los días de nuestras vidas cruzarse, sin saberlo había comenzado a amarte, donde cada momento compartido contigo, forjó la visión de no dejar de pensarte. Pues de tu persona nacerían mis versos, que irían destinados para recordarte, que de tus ojos vinieron los sueños, que me convertirían en un navegante. Impulsado por el mismo deseo, de acompañarte en el más largo viaje, el que duraría toda una vida entera, en el cual no dejaría jamás de adorarte. Alimentando nuestros pensamientos, de llegar donde nadie hubo llegado antes, surcando juntos el nuevo mundo, que forjarían nuestros montes y valles. Convirtiéndome para ti en bálsamo, cuando amargos momentos te amenazasen, para compartir contigo cualquier dolor, y estar a tu lado sin importar lo que pasase.

Tabula rasa

Observaba un pequeño orbe azulado sobre un manto de oscuridad salpicado de pequeños puntos brillantes de diversas intensidades. El orbe aumentaba su tamaño paulatinamente mientras dejaba ver unos girones blancos recorriendo su superficie a una velocidad casi imperceptible así como unas manchas de color verduzco y marrón. Su velocidad de crecimiento fue aminorando hasta detenerse con la misma suavidad con la que se hubo estado expandiendo, justo cuando ocupó prácticamente todo el tamaño de aquella gran ventana, que no parecía estar sujeta a pared alguna, desde donde tenía fija su mirada. Ahora que se veía con más detalle pudo apreciar las grandes proporciones de aquel objeto, así como sus colores iniciales divididos ahora en cientos de tonalidades diferentes. —¿Qué es lo que más te gusta de estar aquí arriba? —le preguntó una voz de la cual no era visible su procedencia. —El silencio, creo que podría acostumbrarme a él. Habló bañado por un sentimiento de fa

Crónicas de Aodren: Revelaciones

Un tacto áspero y pétreo sobre la palma de sus manos y parte de sus piernas le hizo abrir los ojos y alzar la mirada. Bajo él se extendía una vasta llanura de gravilla oscura como el carbón, que escupía humaredas de colores verdosos y azulados desde diversos huecos en la tierra esparcidos sin orden alguno. A pocas decenas de metros a ambos lados se alzaban riscos de grandes y negras rocas de diversos tamaños y formas. Parcialmente retorcidas, parecían víctimas mudas de una erosión brutal y desconocida. •  Consultar la cronología de las crónicas   • El lugar formaba el panorama de una especie de valle, en el cual no supo saber si era día o noche al no distinguir cielo alguno. Con gran dificultad se alzó sobre sus piernas y comenzó a caminar hacia delante con la única intención de, no sin cierto sobrecogimiento, otear el entorno en el que se encontraba. Después de largo rato de cansados y dolorosos pasos a pies desnudos, rodeado del más ruidoso de los silenci

Dioses del siglo XXI

Extendieron sus múltiples zarpas, a través de muchos nombres, corrompiendo a todas las almas, que escucharon sus canciones. Creyéndose omnipresentes, envenenaron los corazones, prometiendo ser omnipotentes, a quienes sacrificaran sus valores. Nuevos dioses hubieron nacido, en la mente negra de los hombres, esclavizándolos en el deseo, por encima de todo lo que conocen. La corrupción bajo su sombra, haría nublar a las razones, que apagaría a la humanidad, y crearía monstruos en su nombre.

Crónicas de Aodren: El retorno de Ceneo (III)

Sintió su interior a punto de desmoronarse en miles de pedazos como un viejo templo de erosionadas columnas durante un intenso terremoto. La mente se le nubló invadida por pensamientos que no quería escuchar. Los párpados le pesaban tanto que no pudo evitar caer paulatinamente en un estado de somnolencia hasta que un crujido seco e intenso muy cercano frente a él penetró en sus oídos cortando el presente como la hoja de una espada recién afilada en la carne de un desdichado. Volvió a la no menos extraña vigilia. •  Consultar la cronología de las crónicas   • Allí se alzaba un hombre de edad y estatura medias . O jos ligeramente rasgados, de cabello tan corto que parecía casi estar desprovisto de él de no ser por una ligera sombra, portador de una fría e inexpresiva mirada mientras se acariciaba una cuidada barba no demasiado poblada con su mano izquierda. El estar ataviado con unas prendas ligeras de cuero y tela a modo de túnica, unido a una complexión no demasiado corpulen