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Amantes

Se volvieron extraños para sí mismos,
al entregar cada uno su propia mitad,
se sintieron completos desconocidos,
empujados a salir de la oscuridad.

Habían abierto por fin sus ojos,
reivindicándose de forma voraz,
junto al torrente de un éxtasis mútuo,
y una comprensión nueva por alcanzar.

Desde entonces ya no creerían,
en la existencia de la casualidad,
pues la convergencia de sus caminos,
fue para ellos un orden por descifrar.

Danzando ambos en el sortilegio,
de una melodía de dicha carnal,
derritiendo el calor de ese mismo baile,
las máscaras de la mentira y la falsedad.

Sería a través de aquel lúcido sueño,
del que no querrían despertar jamás,
donde redimirían todos los pecados,
forjando una noche sin igual.

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