Ir al contenido principal

De lo que no suele decirse

Atraído como frías manos a una fogata de invierno, sintiendo arder cada rincón prohibido de tu templo, junto a caricias navegando en ellos como una fuente que llena de vida al sediento. Buscando el tesoro de tu placer mientras me hundo contigo a besos, en la perdición para un hombre que se creía cuerdo, llevándonos a un descenso a la locura, a nuestro animal más interno, en una lujuriosa danza de nuestros cuerpos dejándonos llevar como salvajes de otros tiempos. Unidos sin descanso, siendo del día y la noche sus dueños, fundidos en uno solo por el más fuerte de los deseos, el de vernos reflejados en nuestros ojos mientras alcanzamos el éxtasis más extremo. Creando juntos un momento perpétuo, creando juntos un momento eterno.

La de veces que en mi mente, de mil y una formas el amor habíamos hecho.

Comentarios