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Luces de medianoche

Sin importar el rumbo, sin importar el destino. Se difumina el camino, y las luces se convierten en lo único visible desde la periferia de la visión. Pasan a toda velocidad mientras el viento golpea con fuerza como si intentara detener ese instante, hasta que se da cuenta de que no puede y parece rendirse, convirtiéndose en el único compañero de viaje.


El cuerpo comienza a revolucionarse, la mente queda en blanco durante un estado casi de trance, y se intenta ir cada vez un poco más rápido. Todo lo que se mueve alrededor se convierte en vagas sombras, como recuerdos mal recordados, trozos de memoria mal encajados, piezas de puzzles en un cajón olvidado que nunca fueron completados.

Y se va un poco más rápido, el corazón parece incluso dejar de latir durante un rato, solo se siente a la adrenalina al cuerpo inundando. El viento susurra "ten cuidado, la próxima curva podría llevarte al otro lado". ¿A qué otro lado?, le pregunto, pero se mantiene callado.

Un poco cada vez más rápido. La oscuridad engulle, las luces huyen, durante esos segundos todo lo que siento y pienso se destruye. A estas horas cuando todos duermen, apenas nadie presente. Ni de los guantes el grueso cuero evita que toque ese otro lado con la llema de los dedos. Ahora entiendo lo que susurraba el viento.

Un poco cada vez más rápido, el cuerpo físico ya no se siente, la mente apenas está consciente.

Una curva más aparece enfrente.

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