Aunque paseando observaba a las estrellas, había algo que intentaba explicarse a sí mismo, el sentirse hechizado al recordar los ojos de ella, y en como al mirarla se volvía a sentir vivo. Pasando por su vida cual brillante cometa, había rasgado un firmamento congelado y frío, prendiendo con el fuego naciente de su mente despierta, el angosto trazado de lo que muchos llaman destino. Una llamada le hacía creer que merecía la pena, junto a una voz que susurraba su nombre al oído, a través del tiempo sin dejar de buscar su esencia, sin existir casualidad en el cruce de sus caminos. Imaginándose el estar frente a su presencia, se pregunta ensimismado sin estar tranquilo, imaginándose el abrazarla mientras le dijera, si le gustaría continuar la historia que ya los tuvo unidos.
El pequeño rincón de un poeta por accidente, un humilde escritor, un soñador permanente.