Y tu voz me acompañaba durante toda la noche, arropándome en mi desnudez mientras anhelaba tenerte a mi lado. Pero sabía que estabas ahí, te sentía conmigo, mientras yo deseando poder arroparte de la misma forma y sentir como mi piel acariciaba la tuya. Caricias como las que han compartido nuestras palabras, nuestros pensamientos y nuestra vida desde que te conozco. Porque siempre has estado ahí, siempre estás, y siempre estarás. No importa el tiempo, no importa el espacio. Como si me asomara a la ventana en este mismo momento y gritara tu nombre a la oscura noche a través del estrellado cielo, que en todos y cada uno de los rincones se supiera cuanto yo te quiero, y cómo te he llevado siempre dentro. Pero son sólo retales de un sueño, del cual ahora despierto.
El pequeño rincón de un poeta por accidente, un humilde escritor, un soñador permanente.