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Entre sueño y realidad

La noche oscura, tenebrosa, solitaria, no invitaba para nada a salir de paseo, pero curiosamente Alfred insistió en ir, argumentando que los despejaría y los alejaría momentáneamente de la rutina de la casa.

Al salir tuvo un escalofrío, al mirar a Alfred vió que tenía una mirada extraña. Con la excusa de tener frío entró en casa para coger un chal. Al salir, su mirada se volvió mucho más perturbadora aún.

Cuando se disponían a volver de su corto paseo Alfred cambió su actitud cordial y amena. De pronto empezó a golpearla, haciendo comentarios aterradores, sacando mientras un cuchillo de grandes dimensiones e intentando agredirla.

Ella se revolvió rápidamente y sacó la vieja pistola de su abuelo. Disparó.

El fuerte ruido de la pistola la despierta. Todo había sido un sueño.

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