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Duelo interior

Cerca de una fortaleza de enormes murallas se extiende un llano cubierto por un manto de verde hierba que parece no tener fin. Una fina lluvia cae, constante, sin cesar... acariciando la suave y natural alfombra de color esperanza. 

Dos efigies se distinguen a una considerable distancia una de la otra. Montan enormes caballos de guerra, pesadas armaduras, y exóticas armas de batalla. Sus yelmos ocultan sus rostros, pero... yo sé que bajo dichas piezas de metal no hay carne ni hueso, no hay pensamientos... no son hombres. Uno de ellos porta una armadura de colores blanquezinos, aunque no brillantes, con ciertos adornos en negro. Un gran casco ornamentado que parece causar temor a quien lo observa, con una parte descubierta que podría dejar entrever algún rostro, pero no se ve nada en su interior, sólo una tremenda y fría oscuridad. En una de sus manos lleva una enorme lanza decorada detalladamente, y en la otra, un gran escudo con el símbolo de un heraldo de un reino desconocido.

El otro caballero lleva una armadura oscura como la noche, con un diseño mucho más tosco y aterrador si cabe. El yelmo deja ver un enorme penacho blanco que ondea al viento. Como arma, una enorme espada de tamaño descomunal, tallada con delicadeza y numerosos adornos, con un doble filo mortal.Ambos, uno enfrente del otro, parecen observarse sin inmutarse. 

De repente un relámpago rasga el cielo con una ferocidad inusitada, al tiempo que espolean sus monturas, cada uno en dirección del otro.La lanza es bajada y aporta una posición de carga, la espada es esgrimida con intención de asestar un golpe mortal... ambas monturas cabalgan cada vez a más velocidad, mientras las gotas de lluvia golpean ambas armaduras. Choque de titanes... la tierra parece temblar, el cielo se encoje, y las mismas montañas se estremecen. La carga de los caballeros termina en una titánica colisión que da comienzo a la confrontación. 

Comienza el duelo, un duelo que nunca parecerá tener fin... Ellos forman parte de mí... mis Sentimientos van guiados por el guerrero de la lanza, mientras que mi Razón carga con la enorme espada... Ambos enzarzados en un duelo que no parece tener fin, enfrentados hasta el fin de los tiempos. Inmortales. Da igual el que gane, porque sé que será una victoria temporal. Vencido y vencedor volverán a cargar una y otra vez hasta la extenuación. Ninguno se dará jamás por vencido...

Anoche caí de nuevo, algo se coló en mis sueños y aun no sé el por qué. Cada vez que pienso en ello, ambos caballeros cargan. Unas veces ganan los sentimientos. Otras, la razón. Unas veces vuelvo a amar como antaño. Otras, a dejar caer en el olvido, aunque sólo para volver a recordar tiempo después. 

Hasta cuándo este interminable tormento, cuándo dejaré de oir el clamor de espada y lanza chocar en mi interior.

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